Liderazgo sostenible en centros
educativos
Entre las condiciones
organizativas que requieren el cambio y la innovación sostenibles, el liderazgo
ocupa un lugar destacado. Hay suficientes evidencias acerca de que el
desarrollo de la capacidad de cambio en las escuelas requiere nuevas y
sofisticadas formas de entender y de ejercer el liderazgo.
La mayoría de las prácticas de los
directores de escuela producen pequeños movimientos de cambio localizados y
temporales, pero pocas mejoras duraderas o de una cierta amplitud.
La principal responsabilidad de todo
líder en educación es establecer un modo de enseñanza que enganche a los
alumnos intelectual, social y emocionalmente. El liderazgo sostenible va más
allá de logros temporales como conseguir buenas puntuaciones, para crear
mejoras educativas duraderas y significativas.
Pues bien, en la
actualidad y en el campo educativo, la gran mayoría de los esfuerzos y las
perspectivas que tratan de establecer una relación sólida entre liderazgo e innovación
se han orientado principalmente hacia un concepto: liderazgo distribuido.
Una de las cuestiones
más interesantes de la retórica del liderazgo distribuido es su vocación de
comprender cómo funciona el fenómeno de la influencia en las escuelas. Es verdad
que una parte importante de los trabajos sobre éste tópico hacen lo que marca
la tradición del campo: tratar de convencernos de que ésta es la forma adecuada
de liderar los procesos educativos.
Otra de las
preocupaciones de las investigaciones sobre el liderazgo desde una perspectiva
distribuida es cómo éste se distribuye en la práctica y qué efectos tiene en la
organización. Se han sugerido una gran variedad de patrones de distribución,
fruto del uso de distintos criterios clasificatorios.
Continuaremos con el
tema, comentado los 7 principios del liderazgo sostenible y alguna experiencia
de implementación en algún centro educativo.
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